Dos a la vez: lo recomiendo
Hasta hace
un par de años yo creía que lo mejor era dedicarme solamente a una, entregarme
de cuerpo, mente y alma a una sola, enfocar toda mi atención, todo mi tiempo
disponible y todo mi afecto a la misma. Más de una me parecía un gran error
aunque tenía amigos muy honorables que atendían dos o tres a la vez y no
mostraban la más mínima frustración o culpa. Me sentía satisfecho y orgulloso
de profesar tal exclusividad. No sabía de lo que me estaba perdiendo.
Después de
los cuarenta años de edad uno se cuestiona respecto a muchas cosas y decide
hacer cambios. Las canas, las arrugas y las dolencias terminan convirtiéndose
en azuzadoras consejeras que siembran dudas y ansiedades. Supongo que por eso
decidí intentar con más de una. Mi error fue pasar a tres abruptamente. Fue un
cambio demasiado brusco. Las tres me gustaban mucho, tenía cada una sus
encantos propios y obviamente cada cual demandaba mucha atención. Se formó un
embrollo en mi cabeza y terminé unas veces descuidándolas a todas, otras
prefiriendo una sola. No disfruté de ellas plenamente.
Entonces decidí atender solo dos al tiempo. Fue una decisión
acertada. Alternar mi dedicación ha resultado una emocionante terapia mental y
emocional que favorece mis relaciones con ellas y mi armonía interior. Tomar en
mis manos a la una por un rato y hundirme en su mundo es tan delicioso como
acostarme con la otra y descubrir sus misterios antes de dormirme. Cada una es
bella a su manera, cada una es irresistible a su manera. Atenderlas, ser digno
de ellas, es un compromiso también porque siempre está latente el riesgo de
inclinarse más hacia una de ellas o atenderlas a ambas mediocremente.
En la actualidad soy un péndulo que va de una a otra con
placer sereno. Las dos de turno son más que extraordinarias. Son apetecidas y
elogiadas por muchos. Le agradezco al amigo que me recomendó a una de ellas y
al columnista que reseñó la otra. Me siento honrado de haberlas elegido.
Pastoral americana
es una de ellas, la más extensa y exigente. Fue escrita por Philip Roth y narra
una intensa historia de vida con una fábrica de guantes y la guerra de Vietnam
como trasfondo. La otra se titula La
oculta, del colombiano Héctor Abad Faciolince. Básicamente es la historia
de una finca antioqueña llamada La Oculta; pero es, a la vez y mucho más, la
historia de una familia que ha tenido aquella finca como núcleo, y la historia
del campo colombiano.
Estoy a punto de terminar con estas dos, casi al tiempo. Me
siento dichoso de haber vivido las dos experiencias simultáneamente y pienso
seguir así, con dos a la vez. Ya estoy eligiendo los dos títulos que siguen. Lo
recomiendo: si no lo ha intentado, hágalo, lea dos novelas a la vez. Se puede
estar perdiendo de una gran dicha.
Curiosidad, suspenso, belleza en el lenguaje para invitar a leer con pasión y expectativa. felicitaciones por aparecer en verano.
ResponderBorrarLo leí tan rapido como pude porque quería saber su final. Que delicia leer algo así. Jecsy.
ResponderBorrarLa sutileza que seduce al lector. El inicio que conduce a pensar si es por donde creemos o no. Qué buen desenlace. Y qué bueno que compartamos esa ligera promiscuidad.
ResponderBorrarExcelente y exquisita manera de escribir. Una forma novedosa de recomendar el ejercicio de leer y a la vez un par de buenas obras. Lástima que sólo lo hiciera con dos.
ResponderBorrarSimplemente Excelente.... muy atractiva la forma seductora de incitar a leer
ResponderBorrarYo pensaba que era osada cuando quería leer dos libros al mismo tiempo, pero ahora me doy cuenta que solo forma parte de la madurez que traen consigo 40 años de vida, y que te obliga a seleccionar mejor la dedicación de tu tiempo...como siempre...muy enriquecedor sus comentarios....
ResponderBorrarSimplemente excelente... muy atractiva la forma seductora que incita a leer.
ResponderBorrarMe gusta el estilo con el que nos seduces a través de tu narrativa,La Oculta es una buena obra que devela la problemática de nuestra querida Patria.
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