Aprender del NO

Entre los mejores maestros que he tenido hay un lugar de privilegio para el NO. Mi historia personal está llena de noes. También hay muchos síes, por supuesto, pero creo que me ha formado más el NO. Y tengo la impresión de que muchos padres y muchas madres les harían un favor a sus hijos diciéndoles NO más a menudo.

Supongo que en mi primera infancia recibí muchos noes pero ya no los recuerdo. Lo sé porque crecí con la certeza de que no todo se podía alcanzar rápida y fácilmente. Luego, en mi adolescencia, mi padre me presentó la pedagogía del NO formalmente. 

Recuerdo que mi espíritu rumbero y gregario se había encendido. Asistir a fiestas con mis amigos cada fin de semana era la consigna. Entonces, un viernes en la tarde, le anuncié a mi papá que esa noche también saldría y él me dijo rotundamente "NO tiene permiso". De inmediato repliqué pues me pareció injusto. En tono reclamatorio le pregunté por qué y él me disparó una frase que aún no olvido: "para que aprenda a decirles NO a sus amigos".

Desde entonces he ido descubriendo que el valor pedagógico del NO consiste en aprender a escucharlo sin desmoronarse y aprender a decirlo sin acomplejarse. 

Más adelante viví otra época de noes frecuentes. Fueron varios años escuchando decenas de veces al día un NO como respuesta. Me atreví a entrar al mundo de las ventas de alimentos. De tienda en tienda, de heladería en heladería, de supermercado en supermercado, de cliente en cliente, seguí aprendiendo del NO y me convertí en un vendedor de buen rendimiento; lo cual me permitió costear mi carrera profesional.

Desarrollé entonces una especie de coraza que resultó muy útil luego, cuando intenté hacerme profesor sin haber terminado mi licenciatura. Buscar trabajo puede ser altamente frustrante si no se ha aprendido a sobrellevar los noes. Tal vez hoy día las tecnologías permitan buscar empleo de otras maneras pero en aquella época había que empezar el día con media docena de hojas de vida impresas bajo el brazo y estar dispuesto a responder varias veces el mismo cuestionario en entrevistas de selección. Los días y los meses se volvieron catapacios de noes hasta que un buen colegio decidió confiar en mí, sin título y sin experiencia. Espero que sus directivos nunca se hayan arrepentido.

Durante aquellas épocas de fuertes retos emocionales y financieros me sirvió mucho haber aprendido a decir NO. Es fácil que cuando estás triste y decaído alguien te convide a "matar las penas" de formas poco convenientes. A algunos podrá sonarles mojigato pero hay fuegos con los que he preferido NO jugar.

Es muy probable que si yo no hubiera aprendido del NO jamás hubiera publicado alguno de mis escritos (quizás hubiera sido mejor, pueden pensar críticos avezados). Encontrar un lugar para tus obras en el mundo editorial puede darte muchos noes para coleccionar. He convertido esas respuestas negativas en motivos para escribir y re escribir, he seguido insistiendo sin desmoronarme, aunque me duela. Luego, cuando he visto mis obras en los catálogos y las vitrinas, cuando me he encontrado con lectores satisfechos, me he dado cuenta de que le debo mucho al NO y a las personas que me han enseñado su valor.

Comentarios

  1. Buen texto. Tema para la reflexión!

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  2. La pedagogía de No cuando es muy repetitivo usando un lenguaje mordaz es vez de convertir a la persona en persistente, lo empuja al suicidio. Segun Yahira Guzmán-siquiatra y directora de profesores e investigación de la facultad de la Universidad de la Sabana, afirmó recientemente que la baja tolerancia a la lustración, las disfunción familiar, la vida solitaria, la baja autoestima, el consumo de drogas y alcohol, y el rechazo por la orientación de genero, podrían terminar por abonar el terreno para, en un momento desesperado, pensar en la muerte como solución" al NO.

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