Emociones que favorecen el aprendizaje


Un estudiante aprende mejor cuando se encuentra dispuesto emocionalmente. No es una invención mía. Lo han afirmado muchos expertos y lo han descubierto intuitivamente innumerables maestros. El concepto de filtro afectivo ayuda mucho a comprender esta situación. Las personas seleccionamos lo que aprenderemos según tengamos motivaciones para hacerlo o no.

Según esta proposición, emociones como la alegría, la sorpresa, el orgullo, la satisfacción, la gratitud, el asombro, la ilusión y el amor disponen a la gente para aprender. Por el contrario, la tristeza, el odio, la rabia, el miedo, el tedio, el arrepentimiento, la inseguridad, la decepción y la vergüenza, están en la lista de las emociones con alto potencial para bloquear el aprendizaje. En estos párrafos, a las primeras las llamaré emociones favorables y a las segundas desfavorables (con todo el problema que implican tales denominaciones).

La antítesis de la proposición presentada está obviamente en los aprendizajes que la gente logra bajo el influjo de emociones desfavorables. Por ejemplo, el miedo a quedarme desamparado a media noche en una carretera me puede motivar para aprender a cambiar una llanta, o la rabia de un niño por la exclusión de sus pares puede motivarlo para aprender un juego.

Seguramente algunos lectores estén recordando casos de maestros, padres o madres que (en algunas circunstancias o permanentemente) decidieron causar en sus estudiantes o sus hijos emociones como el temor, la rabia y la tristeza, con la finalidad de que aprendieran. La gran cantidad de personas que reconocen haber aprendido en estas circunstancias, hace necesario reconocerles alguna efectividad a quienes han preferido ocasionar emociones desfavorables. Quizás esta sea una causa de que algunos maestros, padres y madres añoren las épocas en las que era admisible (y hasta plausible) atemorizar, avergonzar y maltratar a los aprendices.

Sin embargo la  historia nos ha demostrado que generar intencionalmente emociones desfavorables con el pretexto de lograr aprendizajes es una estrategia de doble filo que implica el riesgo de dañar profundamente a las personas. Si avergüenzo a un estudiante delante de su grupo para forzarlo a que aprenda algo cabe la posibilidad de que aprenda para evitar ser avergonzado de nuevo, pero también es posible que se bloquee todavía más y ya nunca logre el aprendizaje deseado.

Por otra parte, aunque la estrategia resulte eficiente y el aprendizaje se alcance, es posible que el estudiante no quiera saber más del asunto aprendido una vez que el riesgo de ser avergonzado haya acabado. Es algo similar a lo que ocurre cuando aprendemos cosas solo para aprobar una evaluación o una materia, y una vez alcanzado ese propósito olvidamos (o no aplicamos) lo aprendido.

Ante riesgos tan altos, resulta preferible propiciar emociones favorables en los aprendices. Por eso, quienes estimulan emociones como alegría, asombro e ilusión, aquellos que encienden la curiosidad y franquean el filtro afectivo, si no resultan eficientes (pues nadie es infalible) por lo menos no generan en las personas daños que les bloqueen futuros aprendizajes y las marquen para toda la vida de manera lamentable.

Comentarios

  1. El tema de las emociones ofrece para educadores, una valiosa herramienta para tener en cuenta si se desea traspasar una educación basada únicamente en el desempeño y el logro de metas que estimulan la comparación y que incitan a una noción vacua del éxito.

    En su estudio preliminar sobre los Ensayos de Montaigne, Enrique Martínez Estrada dicta una sentencia que comparto: " En el fondo, hablando con franqueza, lo que los padres exigen a los maestros de sus hijos, aunque piensen otra cosa, es que sean lo suficientemente astutos e insensibles como para que, bajo el pretexto de moralizarlos y educarlos, capacitarlos e instruirlos, los dejen en suficiente estado de salvajez para que saquen ventaja de sus semejantes en esa lucha. Que los instruyan con el conocimiento de teorías y métodos para hallar soluciones, pero que no los mejoren".

    Es inútil una educación basada en las emociones si lo que se quiere ( como se constata con alta frecuncia) es formar seres competitivos que repitan el mantra del tan renombrado éxito. No nos engañemos: los padres quieren que sus hijos sean "los mejores". No importa lo que haga si es " el mejor". Emociones como el asombro, la gratitud y otras, contradicen el ensueño y sueño de los padres que quieren que sus hijos sean "los mejores". Es poco probable no encontrar a un padre que en algún momento no haya pronunciado la horrenda frase de "ser el mejor". Y si no la ha pronunciado la ha masticado, rumiado en sus frustraciones vespertinas o en sus fantasías de futuro. Educar a un hijo para que sea el mejor vendrá acompañado de un conjunto de emociones perversas: compárate con los demás y siéntete superior ( orgullo/soberbia) porque eres mejor que los demás; compárate con los demás y siente envidia porque no eres mejor que los demás; compárate con los demás y entrarás fatigosamente en la sequedad del alma que otros llaman de manera aséptica depresión.

    Ay de los idealistas como usted que insisten en que lo esencial está en otro lado, en los rincones del alma que se pierde entre vanidades y selfies. Comparto su idealismo. Idealismo que no es fantasía simple y anodina. Pero qué bueno sería que nos desenmascaremos ( no usted) sino muchos lectores que dirán: sí. Las emociones.

    Cuáles

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    Respuestas
    1. Emociones para aprender y aprendizaje de emociones. Cierto es que aprendemos a mantenernos en ciertas emociones (tristeza, culpa, vergüenza, temor, alegría, orgullo, calma). Vale la pena reflexionar cuáles son las emociones que enseñamos, que promovemos, en familia y escuela, sí señor.

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  2. Abordar las emociones en el proceso de enseñanza-aprendizaje es importante y más en la iniciación escolar cómo el preescolar, para motivar y ayudar a propiciar la gran calidez y ausencia de prejuicios en los pequeños para que puedan dar rienda a su gran nivel donde la exploración, la curiosidad y la capacidad de absorber porque todo es nuevo donde aún se conserva el asombro es básico, y así debería continuar porque sin motivación por aprender, por crear, por soñar, por generar nuevos conocimientos, es algo que se torna aburrido y sin un fin o propósito personal, pero en el sistema actual eso no se ve reflejado porque te miden por pruebas y resultados, lo cuál limita porque a veces no importa si eres bueno, si eres feliz, pero si das un número entonces eso significa que esta bien. Pero es más triste y aterrador que algunos padres, no a todos les importa más saberes que las emociones...Profesor Fabio que siga produciendo y construyendo en pro de encontrar y dar más pro la educación que no es un camino fácil. Dios lo bendiga.

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