No se queje

No se queje. Es de mal gusto. Comparable con sacarse los mocos públicamente. Es exponer algo que los demás no quieren conocer (su dolor). Resista, tenga fe, luche, resígnese. Hay muchas alternativas diferentes a quejarse. Vea las nubes en el cielo... los pájaros en los árboles... el río que corre y la vida que Dios le ha dado. De qué se queja. Hay miles, millones, de personas en peores condiciones que usted. Dé gracias y póngase a trabajar en lugar de pensar en sus deudas, sus desilusiones, sus enfermedades, su soledad y esos otros motivos que anda buscando para quejarse.

En algún momento de nuestra alabada evolución, los seres humanos decidimos aborrecer una herramienta biológica que la naturaleza (que tanto nos inspira) nos concedió al nacer: quejarnos para que la manada acuda a salvarnos. El bebé se queja porque algo anda mal en él y necesita ayuda. Algo similar hacen las demás especies de mamíferos y aves. 

Un perro chilla cuando lo pisamos o un auto lo atropella. Entonces sobran personas que acuden con el deseo de mejorar su situación. Y no falta alguien que paga la consulta del veterinario y las medicinas. Alguien lleva al animal herido a su casa y le ofrece abrigo y comida. Si de pronto en la noche el perro chilla de nuevo, seguro alguien se levantará para atenderlo.

El ser humano tolera las quejas de su especie cada vez menos. El llanto de los bebés es fastidioso y nos inventamos el chupo y el biberón para acallarlo sin mayor esfuerzo. O mejor no tener hijos. Después de un par de años, es reprochable que el niño se queje. Estará manipulándonos. El crecimiento y la madurez vienen acompañados de la extirpación del quejido. Un adulto que se queja es pesimista, hipocondríaco, inadaptado, perdedor, desagradecido. Es un fastidio. Pronto quedará solo. La manada lo abandonará inclemente.

Si alguien le pregunta cómo está usted, no crea que en realidad espera una respuesta sincera. Es solo una fórmula más de cortesía. Si por ingenuidad o desesperación usted responde con quejas, pronto le cambiará el tema o quedará hablando solo. Sus dolores físicos y emocionales son problema suyo. Hay médicos y tratamientos. Los antidepresivos son la maravilla. Usted duerme y dejar dormir a los demás.

Si alguien de casualidad expresa compasión por usted, será solo eso. Nada de comprometerse para mejorar su situación. Orará por usted. Le enviará buenas energías. Pero no volverá a preguntarle cómo se siente. Eso es malo para su salud porque le hace recordar su dolor. Mejor hablar de otros temas. La crisis en Venezuela o la catástrofe de Hidroituango. Nada personal, para no correr el riesgo de que aparezca la queja por algún lado. 

Estas líneas se me ocurrieron viendo un documental en el que una manada de leones atacaba a una madre búfalo y su cría. Ambos se quejaron, en su lengua de berridos por supuesto. Y pronto media docena de imponentes machos estuvo frente a los depredadores, bufando y lanzando cornadas. Se me ocurrió entonces que la suerte de muchas personas sería (o hubiera sido) mejor si fueran búfalos. 

Quizás disminuirían los indicadores de depresión y de suicidio (que tanto nos alarman) si en lugar de psiquiatras y antidepresivos una persona pudiera volver a quejarse (confesar todo lo que le deprime y le causa sufrimiento, llorar y pedir auxilio) sin que sus semejantes reaccionen como si se estuviera sacando los mocos.


Comentarios

  1. O como los búfalos, si estamos ante una gran amenaza, machos y hembras - fuertes o raquític@s - enfrentémosla. A pegar sin miedo los mocos en su lugar.

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  2. Contar con la manada, con una red de congéneres que comprendan y se comprometan, para superar lo que duele o aceptarlo. Gracias por su aporte.

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